El envejecimiento es un proceso complejo, que se traduce en cambios morfológicos y funcionales de la piel. Se produce de dos formas diferentes pero aditivas: el envejecimiento cronológico y el fotoenvejecimiento.
Con el paso del tiempo, la piel pierde la capacidad celular para sintetizar energía, lo que origina una disminución en las funciones vitales de la célula, entre ellas la de la síntesis del colágeno.
El colágeno es la proteína más abundante en la piel y el componente mayoritario en la Matriz extracelular. Su función principal es aportar a la Dermis su integridad mecánica y estructural.
Durante el envejecimiento de la piel, disminuye la síntesis del colágeno, aumenta su degradación, así como la desorganización de sus fibrillas, lo que provoca daños en los tejidos, pérdida de la integridad tridimensional de la piel y culmina con el desarrollo de las arrugas.
Degradación del Colágeno
Existen diversos mecanismos que degradan el colágeno, uno de ellos es conocido como "La Glicación"
Este proceso es una desnaturalización de las proteinas por unión con una molécula de azúcar. La unión inicia una cadena de reacciones químicas que conducen a la formación de desechos llamados "productos finales de avanzada glicación" (AGEs, Advanced Glycation End Products). Como resultado, la piel pierde sus propiedades, generando flaccidez y descolgamiento en la piel.
Suelen ser ingredientes que actúan sirviendo de vehículo para el azúcar, evitando así que se unan las proteínas. Los ingredientes inhibidores de la glicación suelen formar parte también de las fórmulas de productos anticelulíticos.